La política del BCRA enciende un semáforo amarillo para la inflación. Se destaca una relajación monetaria que surge de la combinación de un avance en la dominancia fiscal y de la intención por moderar la política de absorción que tiene implícito la vocación de no subir tasas de interés. El BCRA aplica una política monetaria pensada en función del ciclo electoral, donde inyecta liquidez para apuntalar el consumo, la demanda agregada y el nivel de actividad durante los meses previos a la elección presidencial. El combo de esta relajación monetaria y crédito para el sector privado y público presionaría para que los precios y posteriormente el tipo de cambio avancen con más velocidad.